*Antes de la llegada de los policías, los opositores a La Parota permitieron la entrada a trabajadores para que se reiniciara el equipo. Llegan el asesor del gobierno del estado, Ernesto Aguirre; el secretario de Seguridad Pública estatal, Leonardo Vázquez y el coordinador regional de la Codehum, Concepción Bedolla Veja, quienes comprobaron que el equipo estaba en buenas condiciones
Mariana Labastida.
Integrantes del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a La Parota (Cecop) entregaron ayer las instalaciones de la planta de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA) Papagayo II. Dos horas y media antes del ingreso de 400 policías antimotines, los opositores permitieron que empleados de la paramunicipal pusieran en operación el equipo y abastecieran del líquido a la ciudad.
La entrega de las instalaciones, ubicadas en la comunidad de Salsipuedes, fue sin violencia, y una hora antes el asesor del gobierno del estado, Ernesto Aguirre Gutiérrez, y el secretario de Seguridad Pública estatal, Leonardo Vázquez, acompañados por el coordinador regional de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (Codehum), Concepción Bedolla Veja, comprobaron que los equipos funcionaban y que la planta estaba en buenas condiciones.
Los opositores pidieron que se retiraran los policías luego de que les mostraron las instalaciones, las cuales entregarían después de que se liberara a José Palma, pero la orden que llevaban los policías estatales era de recuperar la planta, dijo Ernesto Aguirre.
Ernesto Aguirre y Leonado Vázquez al llegar se negaron a ingresar y fueron convencidos por el asesor de la Secretaría General de Gobierno, Gustavo Téliz Hernández, quien estuvo como mediador para que se permitiera el ingreso de una “comisión” de policías pero finalmente ingresó todo el grupo de antimotines.
Después de 24 horas de haber tomado las instalaciones de la CAPAMA, los integrantes del Cecop decidieron que se encendiera el equipo de bombeo y a las 10:15 de la mañana permitieron que los trabajadores ingresaran y fueran ellos los que pusieran en operación la maquinaria para el envío de agua al 60 por ciento de la población que se quedó sin suministro.
La decisión fue puesta a consideración después de que Téliz Hernández habló con el vocero del Cecop, Marco Antonio Suástegui, para informarle que no había negociación y que se estaban movilizando policías de todas las regiones del estado a Salsipuedes para desalojar a los opositores, así lo dijo el propio mediador del gobierno del estado, quien informó que estaba por llegar Ernesto Aguirre para confirmar que estaban trabajando las bombas.
A las 11:10 de la mañana llegó el helicóptero en el que iban los enviados del gobierno del estado que –al igual que el martes– dijeron nuevamente que sólo acompañaban al coordinador regional de la Codehum, caminaron al retén de los opositores en el camino principal del pueblo que lleva del acceso a la planta de captación y detrás de ellos golpeando los chalecos llegaron los antimotines, que habían permanecido desde la noche del martes replegados en un campo de futbol casi a la salida del pueblo.
Sólo pasó el retén el enviado de la Codehum, aun cuando los opositores ya habían sido advertidos de que permitirían el acceso a Ernesto Aguirre.
El vocero del Cecop solicitó que ingresara el asesor del estado porque “él se está deslindando de todo, que entre”, le dijo a Téliz Hernández, quien regresó a hablar con el funcionario.
En los minutos que permanecieron en espera de que regresara el enviado de la Codehum que sólo se encontró con Marco Antonio Suástegui, del otro lado del retén el secretario de Seguridad Pública dijo que ellos no habían entrado porque “nosotros vinimos a una acción operativa”, que la instrucción que tenían los agentes era “una operación oficial, nosotros no podemos negociar, es un tema del Poder Judicial, la instrucción es salvaguardar y rescatar una instalación estratégica de seguridad nacional, la instrucción que tienen el señor secretario es entrar y resguardar”.
Sin embargo, unos minutos después fue convencido por Téliz Hernández en ingresar, y así lo hicieron ambos enviados, el subsecretario de Seguridad Pública, Juan José Gatica Martínez, que iba al frente del grupo antimotines y el enviado de la Coddehum caminaron entre los opositores que estaban a la orilla del camino preparados con palos, piedras y machetes a las instalaciones de la CAPAMA.
En la oficina, el operador Silvestre Hernández Castro respondió a las preguntas de Ernesto Aguirre de si faltaba algo en la planta, a lo que dijo que no, que la habían encontrado sin problemas y que a las 10:15 se había puesto a funcionar la primera bomba, que se estaban encendiendo cada media hora, que cuando llegaron sólo funcionaban dos y fue el propio Enrique Aguirre el que reactivó la operación de la tercera de las 11 que tiene la planta.
Suástegui Muñoz insistió en que ya estaba operando la planta y pidió que se retiraran a los policías, a lo que Ernesto Aguirre le respondió que no y que no era negociable, y después se reunieron en privado Leonardo Vázquez y Gustavo Téliz en el comedor de los trabajadores de CAPAMA.
Al salir, el vocero del Cecop indicó que preguntarían a la asamblea si entregaban las instalaciones porque era lo que estaban solicitando, aun sin saber si el opositor detenido sería liberado o no.
Una breve asamblea
En una breve asamblea, Suástegui Muñoz les explicó a los opositores que las autoridades estaban pidiendo entrar, “hay muchos antimotines y se nos pueden venir encima”, pero eso no convenció al grupo que pidió que primero se liberara a José Palma, que si él estaba libre no importaría si tomaban o no las instalaciones de la CAPAMA porque ellos se retirarían.
Les ofreció ir hablar con el abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra, para saber cómo iba el proceso, debido a que el término se vencía a la 1:30 de la tarde y ya eran mediodía.
Suástegui Muñoz se fue a hablar por teléfono a una de las viviendas de la comunidad y los opositores seguían en la entrada del acceso a las instalaciones y en parte del camino principal del pueblo, frente a la huerta de Facundo Hernández, mientras que Téliz Hernández iba y venía entre el vocero y Ernesto Aguirre.
Pasado el mediodía, Téliz Hernández salió y le dijo a los opositores que estaban en el retén frente a los antimotines, que entraría una comisión de policías para resguardar y ver las instalaciones, y al frente del grupo iba Gatica Martínez, aunque los integrantes del Cecop empezaron a decir que no, que si lo hacían sería sin torretes, escudos, chalecos y cascos, pero el intermediario no hizo mucho caso.
El grupo de antimotines se acercó al retén y Gatica Martínez se detuvo porque los opositores solo se hicieron a un lado, y él pidió que se replegaran al fondo del tramo de camino para que no fueran agredidos, “tenemos palabra”, le dijo Téliz Hernández, de que no serían agredidos y a los opositores les pidió que confiaran en él cuando empezaron a pedirle que les dijeran “¿cuántos, cuántos?” y él solo respondía que ya estaba por llegar Vidulfo Rosales.
Gática Martínez comenzó a avanzar con un grupo dev policías junto a él que no llevaban armas ni casco ni escudo y con Téliz Hernández, pero detrás de ellos comenzaron a avanzar los antimotines que siguieron hasta que todos los 400 llegaron a las instalaciones de la CAPAMA para tomar el resguardo de la misma. Al principio todos entraron a la planta, aunque los opositores intentaron no dejar pasar al último grupo, pero nuevamente el asesor del gobierno del estado intervino, así como para que dejaran entrar tres camionetas.
Dijo que se tiene que ser inteligente, que a veces se tiene que ceder para que se pueda recibir y que era importante evitar que se desbordara la violencia.
Los policías fueron dispersados en la planta y en el camino de acceso, que es terreno de Facundo Hernández, quien le dijo al encargado del grupo que esa era propiedad privada y le aseguró que se retirarían aunque no fue así, ya que a lo largo de 300 metros de camino los antimotines se establecieron cubriéndose del sol en las zonas con sombra.
Allí, el coronel Juvenal Cortéz González ofreció llevar alimento para los antimotines y dejar una guardia de militares y marinos donde estaban las camionetas estatales, que quedaron solas cuando los policías ingresaron a la CAPAMA.
Suástegui Muñoz explicaba en otro punto del pueblo la situación jurídica de José Palma, que esperaban que de un momento a otro la liberación, que el juez determinara su libertad o bajo fianza, cuando sonó la torreta de una de las camionetas que fue tomado por el vocero como una provocación y comenzó a gritarles: “cuídense en la noche, les vamos a caer”, “no provoquen perros malditos”, “no olviden que están en nuestras tierras perros” y las mujeres intentaron calmarlo, así como Téliz Muñoz.
Sin embargo, azuzado por otro de los opositores que le propuso que marcharan a al kinder que estaba en el otro extremo del camino y tenían que pasar frente a los policías, Marco Antonio empezó a caminar y detrás de él el grupo de opositores con palos y machetes en alto gritando: “Zapata vive, la lucha sigue”; “El pueblo se cansa de tanta pinche transa”, “de norte a sur, de este a oeste ganaremos esta lucha cueste lo que cueste”, “se ve, se siente el Cecop esta presente”.
Al llegar frente a los policías, Suástegui Muñoz cerró la puerta de metal que un día antes ellos tenían y empezó a golpear su machete contra la reja y le gritó insultos a los policías y al mando militar que se encontraba dentro.
Los antimotines se quedaron en el interior del camino a las instalaciones de la planta, dos camionetas de militares en el camino principal a unos 400 metros rumbo a la salida del pueblo, y más adelante había otras camionetas con marinos y militares.
Una hora después de la provocación de Suástegui Muñoz, según se supo, lo sacaron en un vehículo de la comunidad, sin decir a dónde; a esa hora, casi a las 3 de la tarde, aún no se sabía si se dictó formal prisión o no a José Palma
Fuente: El Sur
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