Ayer se realizó en San Isidro Huilotepec, Atlixco, un peritaje del único amparo interpuesto por comunidades campesinas cercanas al volcán Popcatépetl, en contra del proyecto del Gasoducto Morelos. Acuden a la diligencia de inspección, peritos del Juzgado Octavo de Distrito, de los habitantes de las localidades de Santa Lucía Cosamaloapan, San Jerónimo Caleras, San Isidro Huilotepec y San José El Recreo, amén de representantes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), impulsora de la obra.
Los representantes de la empresa han admitido en pláticas informales con labriegos e investigadores del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla (Cupreder) que hay “50 por ciento de probabilidades y 50 por ciento de que no” (sic) ocurra una erupción mayor del Popocatépetl, por la zona que atraviesa la tubería conductora del energético.
A pesar de que también han evidenciado su ignorancia sobre la profundidad a la que se encuentran los ductos -a veces diciendo que están a 1.10 y otras a 1.50-, el personal de la CFE ha insistido en que la instalación es segura, pues la tubería es flexible, tiene una zona suficiente de amortiguamiento y si hay un evento volcánico riesgoso: “ya no va a haber gente porque con el semáforo rojo todos van a ser evacuados y las tuberías se van a cerrar”.
Cuando se le cuestionó a la gente de la CFE cómo se garantizaría que el sistema satelital que detecta los riesgos y cierra automáticamente las válvulas, funcionará en caso de que haya ceniza que impida al satélite advertir un peligro, no supieron qué contestar.
Diana Sánchez Juárez, perito en Seguridad Industrial, quien estuvo presente en el recorrido de ayer por la zona, advirtió que uno de los riesgos del Gasoducto Morelos que atraviesa por esa parte de Atlixco es que la ruta de la línea de conducción del combustible no es totalmente recta, pues presenta varias desviaciones para rodear terrenos que no pudieron ser adquiridos por la CFE.
Ese tipo de trazo entraña el peligro de una reacción que en argot de la Seguridad Industrial es conocida como “golpe de ariete”, la cual se puede detonar por un error humano, cuando las válvulas se cierran de manera rápida y entonces la presión del gas choca con las curvaturas de la red, generando la posibilidad de que éstas revienten y haya una explosión como consecuencia.
Sánchez Juárez explicó a esta casa editorial que cada litro de gas que se transporta por los ductos, aumenta su cantidad hasta en 600 veces por una fuga.
Un área que ejemplifica perfectamente el riesgo advertido por Diana Sánchez Juárez se encuentra entre los Ejidos Flores Magón y Revolución, donde la negativa de un campesino venderle sus lotes a la CFE obligó a que el trazo del Gaseoducto Morelos tuviera que sortear el terreno con tres quiebres de dirección en un área no mayor a 300 metros, formando casi un cuadrado.
Armando Domínguez Márquez, quien funge en el amparo directo 1881/2014 tramitado ante el Juez Octavo de Distrito del Estado de Puebla, como representante común de los habitantes de San José El Recreo, Santa Lucía Cosamaloapan, San Isidro Huilotepec y san Jerónimo Caleras, afirmó que uno de los peritos de la Comisión Federal de Electricidad le confió que el tiempo promedio para cerrar las válvulas del Gaseoducto del Proyecto Integral Morelos, es de aproximadamente tres minutos.
No obstante, el luchador social enfatizó el peligro de que una conflagración por accidente en la obra afectaría de inmediato a los asentamientos humanos que se encuentran a una distancia promedio máxima de 800 metros de los terrenos de cultivo donde se encuentra la tubería.
Riesgos por la obra de la CFE
El peligro del que hablan los investigadores, activistas y campesinos no es ficción ni asunto de alarma.
Ayer, durante la inspección que encabezaron los peritos del Juzgado Octavo de Distrito, los enviados de esta casa editorial pudieron constatar al menos dos fuentes latentes de riesgo.
En los terrenos de cultivo que en esta temporada reverdecen a punto de asombro, destacan varios tubos verticales en el amarillo chillante que suele utilizarse para resaltar las guarniciones y banquetas. En la parte superior, con letras negras esas estructuras tienen una leyenda: “Precaución, ducto de Alta Presión Bajo Tierra. Gas Natural. No Cavar, No Golpear, No Construir, gasoducto Morelos” y luego se informa un número de emergencia.
Paradójicamente, en el recorrido de ayer, en dos terrenos alejados uno del otro, se pudo observar tractores laborando en las tierras de cultivo donde se encuentra el gaseoducto, a pocos metros de las banderolas de advertencia. No sólo eso, había maquinaria pesada haciendo excavaciones y removiendo lodo y tierra de un camino rural, a no más de 10 metros de la zona señalada como riesgosa.
Al fondo, de esta escena, del volcán Popocatépetl emanaba una fumarola que se confundía con las nubes. El riesgo de un error humano y el de una sacudida de la naturaleza, estaban presentes justo a la hora del peritaje.
La normatividad
En el diálogo informal que tuvieron con los peritos de la CFE, Argelia Arriaga García, investigadora del Cupreder cuestionó a uno de los ingenieros de la compañía si había una normatividad específica para construir un gaseoducto como el Morelos en una zona de alto riesgo de erupción volcánica, a lo que el representante de la empresa admitió que no existe.
Cuando la misma investigadora les comentó sobre las explosiones en Veracruz, el emisario de la Comisión Federal de Electricidad le contestó que ese era un caso “fortuito”.
Para la diligencia de desahogo de pruebas que se consigna en esta nota, el personal del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla, llevaba impreso en una lona el mapa georreferenciado con la ubicación exacta de la tubería que fue enterrada de manera impositiva por la CFE con el apoyo del Ejército Mexicano a finales de 2014.
Ese mapa fue la guía principal para la caravana de una decena de camionetas y coches que hicieron el recorrido a partir de las 11:30 de la mañana y hasta pasadas las 15:30 horas.
Fuente: La Jornada de Oriente
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