diciembre 30, 2017

La desobediencia civil en México empieza por la luz

Más de 600 personas con adeudos hasta de 5.200 dólares se unen en un amparo colectivo contra la compañía estatal de energía

Martha Navarrete desliza sus caderas por el reducido espacio entre una mesa y el árbol de Navidad en su sala. Busca el interruptor de la serie de luces que envuelve el pino artificial decorado con decenas de ángeles caricaturescos hechos de tela. Con un clic enciende el centenar de foquitos blancos de LED. Los destellos compensan la luz tenue que provee el único foco en su diminuta sala de piso de concreto. “Solo lo prendemos un ratito en las noches para que los niños lo vean”, dice la residente de una unidad habitacional en Azcapotzalco, donde la mayoría de las casas no superan los 80 metros cuadrados de superficie.

Después de unos segundos, la mujer de 46 años apaga el interruptor. No puede darse el lujo de encender tantas luces a media tarde. Tiene una deuda de más de 74.000 pesos (3.900 dólares) en su cuenta de energía eléctrica, la cual ha acumulado por casi seis años. “O pago la luz o como”, afirma la jefa de una familia de nueve miembros, conformada por sus hermanos, sobrinos, hijos y nietos. Al no poder costear este monto, Navarrete, quien trabaja medio tiempo en una tienda de autoservicio, se ha unido a un amparo colectivo de casi 650 personas para eliminar sus deudas con la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE), la única proveedora directa de energía eléctrica para uso doméstico en México.

Ella y el resto de los quejosos que viven una situación similar, buscan conseguir un borrón y cuenta nueva con CFE. En su petición argumentan que el acceso a la energía eléctrica, al ser un derecho constitucional, debería proveerse a precios adecuados a las posibilidades de sus consumidores. “Exigimos una tarifa social y justa que se refleje en nuestro nivel socioeconómico”, dice Pável Flores, quien trabaja en una empresa de transporte y es uno de los principales impulsores del amparo. Las deudas acumuladas, para algunos de los participantes del litigio, son también actos de rebeldía y protesta contra el Gobierno, que aprobó en 2013 la reforma energética. Para Navarrete y otros en sus situación, la apertura a la inversión extranjera en el sector eléctrico resultará en cobros más altos, contrario a lo que ha prometido la administración de Enrique Peña Nieto. “No hemos visto un cambio bueno por la reforma”, dice Navarrete, quien arrastra cargos de luz desde 2011. "Ojalá pudiera echarse para atrás".

El Gobierno mexicano se encarga de imponer las tarifas de CFE y también subsidia los costos de suministro de energía, hasta en un 90%. Esta aportación se reduce o se elimina cuanto más alto sea el consumo de un usuario. Navarrete está clasificada como una cliente de alto consumo, ya que, según el medidor de su hogar, excede el límite de 250 kilowatts-hora al mes, lo que equivale a usar una lavadora las 24 horas por 20 días seguidos, o dejar encendidos 24 focos estándar por una semana. El resultado son recibos de hasta 9.300 pesos (470 dólares) al bimestre, más del triple de lo que invierte un hogar mexicano promedio en electricidad al año, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INEGI).

Los medidores de electricidad en la unidad habitacional donde vive Navarrete. Ella y otros vecinos han decidido mantenerlos bajo llave para evitar que los empleados de CFE hagan modificaciones sin su consentimiento.
Los medidores de electricidad en la unidad habitacional donde vive Navarrete. Ella y otros vecinos han decidido mantenerlos bajo llave para evitar que los empleados de CFE hagan modificaciones sin su consentimiento. MÓNICA CRUZ
La residente de Azcapotzalco niega ser una gran consumidora de electricidad. “Cuando le mostré un recibo a un vecino me preguntó si tenía un salón de fiestas en mi casa, pero no. Aquí todos se van a trabajar y la casa está vacía casi todo el día. Regresamos en la noche, prendemos las luces y vemos la televisión unas horas y ya”, dice Navarrete sentada en la mesa del comedor en la que esparcido todas las facturas que no ha pagado. La capitalina se ha quejado a la CFE, por lo que ella asegura es un cálculo erróneo del medidor de consumo de electricidad en su hogar.

“Al principio me dijeron que tal vez tenía una fuga, pero vinieron a revisar y no la encontraron, decían que todo estaba bien”, comenta. Tras varias quejas y pagos retrasados, la compañía le ofreció la opción de pagar su deuda congelada a plazos de 10.000 pesos (500 dólares) al mes, algo que tampoco puede costear, comenta. “No estoy en contra de pagar la luz, pero quiero pagar lo justo”. La compañía aún no ha suspendido el servicio de Navarrete y ella ha dejado de recibir facturas desde 2016. CFE no puede cortar la luz de un usuario que se encuentra en un proceso de conciliación o revisión de tarifas, de acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor.

Reforma energética
El abaratamiento del precio de la luz ha sido una de las principales promesas del Gobierno de Peña Nieto tras la reforma energética, algo que ha repetido en varios anuncios gubernamentales. Las tarifas para uso industrial y alto consumo doméstico han aumentado durante varios meses en 2017, pero los precios promedios han disminuido en comparación a los de años pasados, desde la aprobación de la reforma, indica Iván Cajeme, director general de análisis del mercado eléctrico de la Secretaría de Energía (Sener).

“Entre periodos ha habido aumentos que reflejan la subida de precios de combustibles (para la generación de electricidad), pero desde diciembre de 2013 hasta ahora ha habido reducciones en todas las tarifas”, asegura el funcionario. “Ahí están los datos”. De finales de 2013 a finales de 2017, las cuotas por bajo consumo doméstico disminuyeron 13,8% y los de alto consumo 2,8%, de acuerdo con los reportes citados por Cajeme. Esto, agrega el directivo de la Sener, es un efecto directo de los primeros proyectos de la reforma, como la venta y subasta de energía eléctrica al mayoreo para uso industrial, en el que participan varias empresas nacionales y extranjeras.

Estos cambios no son perceptibles en el hogar de José Aranda, un exempresario de 61 años, también residente de Azcapotzalco. Según los cálculos que ha hecho con sus recibos de CFE desde 2010, su consumo de energía ha aumentado solo 7%, pero el costo de esta ha aumentado 104%. Sus facturas, como las de Martha Navarrete, muestran cargos de entre 3.000 y 4.000 pesos (150 y 200 dólares) al bimestre. “No tengo niños, no tengo enfermos, somos mi esposa y yo (su hija de 22 años también vive en la casa)”, comenta mientras apunta en la pantalla de su laptop las gráficas que ha creado con los montos. “Lo que consumimos no es fuera de la común: prendemos focos, vemos la tele, cargamos el celular o la computadora. Los de CFE nunca han aceptado que sus medidores han sido malos o comenten errores en su facturación”.

Aranda y su familia adeudan más de 100.000 pesos (5.200 dólares) a CFE. Después de perder su taller de autos por una crisis financiera y tras ser hospitalizado por una enfermedad del hígado en 2015, saldar esa cuenta se vuelve una tarea más complicada para Aranda, aunque asegura que no es la razón por la que ha dejado de pagar las facturas. “No me preocupa el dinero, pero no podemos continuar siendo clientes cautivos. Es una injusticia”. CFE tampoco ha suspendido la electricidad en su hogar.

La extinción de Luz y Fuerza
El amparo contra CFE no es solo un esfuerzo por borrar deudas de electricidad, es también el eje ideológico del Movimiento Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (MNUEE), una asociación de aproximadamente 1.000 personas, entre ellas exempleados de la extinta empresa estatal Luz y Fuerza del Centro, antes encargada de proveer electricidad a 80 municipios de la zona central del país. En 2009, el Gobierno mexicano liquidó la empresa por sus deficiencias y altos costos de operación, de acuerdo con las conclusiones de la Administración de Felipe Calderón. CFE tomó el lugar de Luz y Fuerza tras su clausura.

Desde entonces, los extrabajadores de esa compañía y sus simpatizantes se han unido en una cruzada contra CFE, principalmente contra sus métodos de cobro. Así nació la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE), que ha desafiado las tarifas de luz actuales ante Profeco y los tribunales. Por diferencias en sus objetivos, varios miembros abandonaron la organización y en febrero de 2017 formaron el MNUEE. En octubre de este año iniciaron el proceso de amparo contra los cobros de electricidad, que aseguran son nulos ya que ellos nunca firmaron un contrato con CFE cuando esta reemplazó el servicio de Luz y Fuerza.

 Alejandra Soto, miembro de MNUEE, escribe una pancarta para protestar frente a un edificio del Poder Judicial en la Ciudad de México.
Alejandra Soto, miembro de MNUEE, escribe una pancarta para protestar frente a un edificio del Poder Judicial en la Ciudad de México. OSWALDO RAMÍREZ
Un representante de Profeco explicó que las personas que reciben servicio de electricidad de CFE están obligadas a pagar sus cuotas, pero que también tienen derecho a denunciar un cargo indebido y exigir una revisión de los cobros.

El amparo de MNUEE se encuentra en revisión en un juzgado administrativo de la Ciudad de México. “Sentaría un precedente para establecer que los precios no pueden aplicarse discrecionalmente y de forma unilateral por las empresas”, dice Porfirio Martínez, abogado que representa a los quejosos. “El costo de la electricidad debe basarse en los principios de nuestra Constitución, deber ser proporcional, acorde a lo que las personas pueden pagar”.

Cajeme, de la Sener, asegura que el objetivo de su Gobierno es crear precios más accesibles. "La gente puede hacer uso de las medidas legales disponibles si no está de acuerdo con las tarifas, están en su derecho", comenta el funcionario. "El espíritu de nuestras medidas es eficientar los costos de suministro de energía, para garantizar la rentabilidad, competencia y mejores precios". Al cierre de edición, ningún representante de CFE estaba disponible para entrevistas.

Navarrete, una de los miembros más activos de MNUEE, se ha dedicado los últimos años a reclutar personas a la organización y al amparo colectivo. “Uno de mis familiares me dice que deje de estar haciendo relajo y pague lo que debo”, dice aún sentada en el comedor iluminada por un foco ahorrador de luz. “Pero cuando le pido que coopere con el pago, me dice, ‘bueno, mejor síguele'”.

Fuente: El país

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